Pre-producción cabeza

Los días en Cievyc pasaban felices y sin preocupación. Había como un panteón de promesas, que estaban ahí latentes. También tardé en saber que mi revista preferida de cine se gestionaba desde el Cievyc, la revista “Film” o sea que todo cerraba. Entonces empezó el fenómeno de cruzarse de clase. En el buffet de la Escuela se vendía cerveza y la sociabilidad entre los cursos empezó a acelerarse. Recuerdo que trabaja allí Ana Gallardo, (artista plástica). Allí me hice amigos de otras cursadas como Pablo Fradklin, Martin Blasco, Federico Ransenberg, Dario Vitacca, Lorena Muñoz y otros más. Digamos que me puse muy “olfa” con la carrera, porque había cosas que me interesaban de veras, así que en esas cruzadas de cursos, escuche clases de Sergio Wolf y también Fernando Peña que por esa época estaban editando la revista "Film". Si tuve de profesora a Paula Felix-Didier, que daba historia del cine mudo, y que realmente me apasiono. Hay una tradición entre los cieviquelinos, que se traslada hasta nuestros días y es hablar de los profesores personajes y de las cosas tremendas y graciosas de sus clases. Parece que uno encarna un personaje de cine, al momento de dar clases, y que ese personaje es el que queda metido en la memoria, sobre todo cuando el contenido no es bueno. Me acuerdo una vez que me debati con un Director de fotografía por que se la paso hablando toda la clase de Maradona, (si al menos hubiera relacionado con el cine..) entonces lo mande al frente. (eso me costó no ser parte del crew de fotografía de Pizza, Birra y Faso).



Era pleno menemismo, la gente venía con sus cámaras de Miami. En esa época me había comprado la cámara Panasonic M9000, Super VHS, la envidia de la clase. Y me la robaron dos veces. Una vez entró a mi depto. un amigo de mi roommate y la robó de mi cuarto, mientras estaba trabajando. Mi roommate, arrepentido se hizo cargo y me compro una nueva cámara, la misma. Pero luego vino otro amigo de mi roommate y la volvió a robar. Bueno eso fue el colmo, de la época en Once, estaba buena esa epoca, ya que en el edificio de a la vuelta vivía Mosquito Sancineto y se hacían tertulias de poesía y se armaba banda y terminamos todos en el Ave Porco, estaba Peter Pank, Fernando Noy, Jorge Miño, Miki, Sebastián Fazón, la Madonna Argentina, etc… Me acuerdo que fuimos en banda a ver Pulp Fiction. En fin.. 

Se terminó una época y además a mi padre le dio un cáncer. Así que algo me decía que tenía que volver a Varela. A todo esto cada vez me costaba más ir a Coca cola a trabajar, tal vez tenía que decidir entre una vida cómoda y bien paga o buscar mi lugar en el cine. Realmente no estaba preparado para empezar algún camino por el cine. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y aún no resolvía qué hacer de mi vida. Otro territorio desconocido para mi era la actuación, así que empecé a ir al teatro por que Eduardo nos había dicho que teníamos que ir mucho al teatro para conocer de actuación, conocer el mundo de los actores. Teníamos que saber que pedirle o qué no pedirle a un actor, y que solo conociéndolos nos íbamos a dar cuenta del espectro que necesitamos para realizar nuestro film. Así fue que me hice de varios, que ya tenía bastantes amigos actores, y empecé a frecuentar los teatros y los estudios. También note que los actores tenían un bagaje más intelectual que los del cine, parecían como dos mundos diferentes pero que se tocaban, ocasionalmente. Una vez fui a ver una obra en el Teatro Payró, me había invitado mi novia paraguaya actriz de esa época, se trataba sobre caballos y un unicornio, no recuerdo el nombre de la obra, pero lo que sí recuerdo es que que la actriz principal de la obra era la secretaria de Cievyc, y estaba allí en medio del escenario, con sus dos pechos al aire, actuando de Unicornio, y mirándome fijo. Fue como una revelación para mí, como una voz interna que me dijo: este es el camino. Siempre le di lugar a la intuición. No por las hermosas tetas en sí, que fue como un sueño hecho realidad, fue como que algo cerraba. Tenía que decidir, la música o el cine, era imposible sostener las dos cosas. Un día Fierro el bajista de la Gorda me confesó que el día que yo traje un libro de fotografía de Joel Peter Witkin, el supo que iba a dejar la banda, y así lo hice.



Otra de las señales que mostraron un horizonte, fue el hecho de ir dos años como becario al Festival Internacional de Cine de Mar de Plata: Fue algo asombroso, el hecho de ver tantas películas en forma desenfrenada. Recuerdo: Happy together, de Wong Kar Wai. Crash de Cronenberg, Picado Fino de Esteban Sapir, y la sección Contracampo, entre los más destacados. Saliendo de allí, también conocí mucha gente y muchos futuros cineastas..

En tercer año, estaba terminando la recta final de la carrera y tuve a Rejtman de profe. Me acuerdo que estaba filmando Silvia Prieto y muchos de mis compañeros participaron en la filmación de la película. Él nos dio un ejercicio de cortometraje en el cual teníamos que hacer un corto y que se entendiera la trama, sin que nadie hable. Me encantó esa idea y el desafío, y fue que empecé a escribir La carcasa. Un cortometraje que contaba situaciones de un chofer de colectivos con una prostituta (el cuerito). Finalmente no pude terminar de filmar este corto, ya que se convirtió en un medio metraje. Rejtman me dijo que le entregara el guión al menos, y que si lo hacía me aprobaba, buena onda conmigo. Al final logré juntar un dinero y compre 10 latas de 16mm y me juré filmar ese maldito corto pero fuera de la escuela..


También en ese tiempo había empezado a investigar sobre la espiritualidad, ya había algunas cosas que no me encajaban, quizás la enfermedad de mi padre me empezó a desgastar en mis idas y vueltas. Tuve una profesora de Historia de arte que fue clave en esto, era Silvia Calvo con quien teníamos largas charlas después de clase. También tuve dos compañeros que empezaron a practicar el sufismo y luego se convirtieron al Islam, también influidos por Silvia. Ella era discípula de Yogananda, pero no se lo contaba a nadie, tenía como una identidad secreta. Recuerdo que desde muy chico tenia como una inclinación hacia lo religioso, pero luego la escuela de monjas donde hice la primaria, me volvió ateo. El hecho de buscar la espiritualidad casi fue por contagio de mis compañeros del Cievyc, (Martín Blasco y Pablo Franklin) porque nació en el seno mismo del estudio de cine. 


Detrás del harmoniquista, Ricardo Tapia, cantante de La Mississippi Blues Band


Empecé con la preproducción de la Carcasa, mi idea era filmar algo bien hecho. Inicie la búsqueda de quienes me podrían ayudar a participar del proyecto. Conocí a Graciana Urbani , la protagonista era la novia de un amigo del Cievyc, aun recuerdo las charlas del pre rodaje. A Fede Ransenberg lo conocí por Pablo Fradklin, que fue mi asistente de dirección. Sebastián Tolosa era compañero mío del Cievyc, el fue el camarógrafo y actualmente sigue trabajando en mis pelis. 



Había ya vuelto a vivir a Varela, la enfermedad de mi Padre empezó a ponerse grave, y yo tenía que empezar asistir a la realidad. Con mi hermana y mi hermano nos fuimos a hacer un recorrido con mi padre por los lugares en donde él pasó su infancia en el sur de Rosario, en un lugar llamado Coronel Bogado. Logré filmar una especie de video y hacer un bosquejo de mi primer narración, que luego terminé por llamar “El día que fuiste flor”. Así me hice más amigo de Federico Ransenberg que se ofreció a editar ese corto documental. Afortunadamente me pude construir un departamento en mi casa de Varela, donde actualmente tengo mi taller de cine. Entonces mi vida empezó de nuevo a fluir en el transporte desde Varela a la Capital, ya que había vendido la moto porque había que pagar gastos. Fue así que el guión de la Carcasa fue creciendo en los asientos del transporte público. Un día en esas idas y venidas me lo encontré Ricardo Tapia, el de la Mississippi. Que haces Negro! me saludo en el colectivo. En esa época había “Colectivo Trucho”, que era un transporte no reglamentado que te cobraba más barato. Aún no te fuiste de Varela?. Si, le conteste, pero volví ( no quería contarle lo de mi padre). Vas a tener que salir, si queres tener otra visión del mundo, me volvió a incitar. Te veo como que no encajas en Varela, prosiguió. En realidad estaba desencajado por lo que me estaba pasando y tal vez era el momento menos apropiado para irme. Ya vas a ver, no te lo van a perdonar nunca. A perdonar que? Le pregunté. Que te hayas ido, ellos que vivirán y morirán siempre allí, lo viven como una traición, no te lo van a decir nunca, inventaron otras cosas para recriminarte, pero en el fondo es eso. Vas a ver. Pero yo ya me fui Tapia, y no siento eso que me decís. Por ahora no te lo dicen, pero vas a ver, y va ser peor si tienes algún logro. Te van a cobrar el doble, vas a ver. No creo Tapia. Cuídate Negro, y de tus amigos sobre todo, esos que se hacen llamar tus amigos. Creo que estás exagerando, le dije. La charla se extendió todo el viaje, y no se por que terminamos hablando de los dueños de los bares que no quieren pagar nunca lo que vale el show de una banda. Tapia y la Mississippi estaban cobrando popularidad. A esos dueños de bares le decimos Cabeza de palo, me dijo. Y me quedó haciendo eco ese título.




Días después convoque a Lorena Baibiene para hacer la producción, ella fue compañera del Cievyc, cursamos en el mismo turno. Al llegar a la reunión de producción, el corto se había convertido en largo y había cambiado de nombre también. 

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